A lo largo de 2000 años, el cuerpo humano, femenino y masculino, fue modelado en arcilla por los ceramistas precolombinos. El cuerpo humano tomó forma en vasijas ceremoniales por las cuales diversos líquidos circularían, activando y animando a estos objetos simbólicamente.
En la cerámica, la mujer será representada como una vasija receptora, pero también como un cuerpo generador de fluidos corporales. La mujer se representa tocada, acariciada, besada y penetrada. Las vasijas de cerámica nos muestran a la mujer fecundada, embarazada, pariendo, alimentando, nutriendo. También se le representa como una persona sexualmente activa, que propicia la emisión del líquido seminal de sus parejas masculinas.