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Introducción

Sala 1

En 1532 los conquistadores españoles llegaron a América del Sur y encontraron al imperio de los Incas. La difusión de tan importante encuentro hizo que la cultura peruana más recordada hasta nuestros días sea la Inca. Sin embargo, la civilización había surgido miles de años antes que los Incas en el antiguo Perú.

En los siglos siguientes a la conquista española, los cronistas escribieron y dibujaron informes o crónicas de lo que sucedía en América. Desde estas tierras enviaban frecuente información, gráfica y escrita, sobre lo que aquí ocurría, prestando especial atención al gobierno de los Incas.

Las crónicas viajaban a España y desde allí se traducían a otras lenguas europeas, ya que existía gran curiosidad por conocer al “nuevo mundo”. Hoy en día, sólo podemos entender la dimensión y la fascinación del descubrimiento del Nuevo Mundo si comparamos este hecho con el eventual descubrimiento de vida e inteligencia en otros planetas.

Por casi 400 años, del siglo dieciséis hasta principios del siglo veinte cuando se hablaba del Perú anterior a la conquista, sólo se mencionaba a los Incas, haciéndose así mundialmente famosos.

Los primeros trabajos arqueológicos a inicios del siglo veinte mostraron que los Incas gobernaron el Perú sólo los últimos 150 años de un desarrollo cultural que duró más de 10,000 años.

De todos los logros históricos alcanzados por el Perú, probablemente el más importante es el haber sido uno de los pocos lugares en el mundo donde surgió la civilización aproximadamente hace 5,000 años atrás. Los invitamos a conocer la sofisticación de las culturas que florecieron en el Perú muchos siglos antes de los Incas.

Culturas del antiguo Perú

Salas 2, 3 y 4

Los antiguos peruanos honraban a sus dioses con ofrendas y ceremonias, y rendían culto a sus muertos. Las obras de arte que encontramos en los museos no suelen ser objetos de uso cotidiano. Aunque algunas de sus formas utilitarias podrían sugerir ese uso, sus fines reales fueron más espirituales que terrenales.

Nosotros, gente occidental del siglo veintiuno, ya no organizamos la vida en función del más allá. Podemos decir que le rendimos culto a la vida, a la existencia en el presente. Esta manera de pensar puede hacer difícil comprender a las antiguas culturas como las del Perú. Estas sociedades practicaban el culto a los muertos, que le permitía a la gente estar en contacto con los otros mundos: el de abajo, o de los muertos; y el de arriba, o de los dioses.

Para que los dioses les fuesen favorables, la gente debía llevar a cabo ceremonias, depositar ofrendas y hacer sacrificios. Los pobladores debían también construir tumbas y realizar los ritos funerarios para que al morir sus líderes se pudieran transformar en ancestros. A los ancestros de la comunidad se les atribuía el poder para asegurar que la sociedad y el universo continúen existiendo. En los señoríos, estados e imperios del antiguo Perú, la muerte de los jefes (curacas, señores-sacerdotes, sacerdotisas o emperadores) era un evento crucial.

La cerámica ha sido considerada por los investigadores como una rica fuente de información sobre diversos aspectos de las sociedades que la crearon. Las culturas precolombinas han sido definidas en gran medida a partir de las características estilísticas e iconográficas de la cerámica. Como la cerámica varía a lo largo del tiempo y del espacio, también sirve para establecer cronologías locales y regionales.

Paiján
Sala 2, Vitrina 3

Queneto
Sala 2, Vitrina 4
Cupisnique
Sala 2, Vitrina 6
Virú
Sala 2, Vitrina 9
Salinar
Sala 2, Vitrina 13
Vicús
Sala 2, Vitrina 14
Dios Búho
Sala 2, Vitrina 17
Los viajes de Ai Apaec
Sala 2, Vitrina 18

Las fases Mochica
Sala 3, Vitrina 19
Botellas retrato Mochica
Sala 3, Vitrina 20

Tecnología cerámica
Sala 3, Vitrina 21
Huari norteño
Sala 3, Vitrina 22
Lambayeque
Sala 3, Vitrina 23
Chimú
Sala 3, Vitrina 24
Inca
Sala 3, Vitrina 25
Chimú Inca
Sala 3, Vitrina 26
Ídolo Chimú
Sala 3, Vitrina 27
Cerámica colonial
Sala 3, Vitrina 28
Lima-Nievería
Sala 3, Vitrina 29
Huari central
Sala 3, Vitrina 30
Chancay
Sala 3, Vitrina 31
Pachacamac
Sala 3, Vitrina 32
Cerámica Paracas
Sala 4, Vitrina 33
Cultura Nasca
Sala 4, Vitrina 34
Tambor Nasca
Sala 4, Vitrina 35

Cerámica Nasca
Sala 4, Vitrina 36
Huari sureño
Sala 4, Vitrina 37
Chincha
Sala 4, Vitrina 38
Keros
Sala 4, Vitrina 41
Aríbalos Inca
Sala 4, Vitrina 42
Inca
Sala 4, Vitrina 43
Cajamarca
Sala 4, Vitrina 44
Tiahuanaco
Sala 4, Vitrina 45
Santa
Sala 4, Vitrina 46

Tejidos del antiguo Perú

Sala 5

El valor que tuvieron los tejidos en las sociedades precolombinas puede equipararse con el que tuvieron el oro y la plata. No sólo cumplieron la función de vestimenta, sino la de medio para difundir ideas religiosas y llevar mensajes al más allá, al emplearse para envolver a los muertos. También fueron regalos exquisitos de los gobernantes, y sirvieron para marcar diferencias sociales.

Hoy en día, muchas marcas internacionales de ropa llevan en sus etiquetas la información de la materia prima con la que están confeccionadas: “Algodón Peruano”. Los peruanos nos sentimos orgullosos de que la calidad de este producto sea reconocida mundialmente.

El algodón fue domesticado en el área andina alrededor de 4500 años atrás. Desde entonces fue una de las principales fibras empleadas para hilar y tejer, confeccionar redes, bolsas, mantos funerarios y finas prendas de vestir.

Junto con el algodón, también se tejió con las fibras de lana de alpaca y vicuña. El pelo de estos animales es de los más finos, protege bien contra el frío y es altamente impermeable. Hoy, las prendas de estos materiales son también muy apreciadas en todo el mundo.

En el Perú antiguo las mujeres fueron las principales hilanderas y tejedoras. Dominaron las técnicas del hilado, teñido, tejido y bordado.

Los tejidos son materiales capaces de contener mucha información, no sólo en sus diseños sino en la estructura de la confección.

Los tejidos del sur del Perú son los más famosos, pues se lograron preservar gracias a la sequedad de los desiertos costeros del sur. Los tejidos del norte del Perú fueron también de altísima calidad, pero no resistieron el aumento de la humedad por las lluvias torrenciales asociadas a los recurrentes fenómenos de El Niño en esa región.

Brocado Mochica-Huari
Sala 5, Vitrina 47

Bordado Nasca
Sala 5, Vitrina 50

Manto Chincha
Sala 5, Vitrina 51

Manto Paracas
Sala 5, Vitrina 52

Tecnología textil
Sala 5, Vitrina 54

Fino tapiz Huari
Sala 5, Vitrina 55

Fino tapiz Chincha-Inca
Sala 5, Vitrina 56

Quipus Inca
Sala 5, Vitrina 58

Plumario Nasca-Huari
Sala 5, Vitrina 60

Sincretismo

Sala 6

Tras la conquista española, el proceso de Extirpación de Idolatrías buscó eliminar las formas de culto y creencias indígenas que pervivieron a la conquista. Éstas se mezclaron con los nuevos conceptos que vinieron de Europa, y bajo una nueva apariencia siguieron transmitiendo mensajes autóctonos. A este proceso se le conoce como Sincretismo.

Durante la colonia, los artistas andinos reinterpretaron la cultura proveniente de España. Asimilaron técnicas europeas, adaptándolas a recursos y prácticas indígenas. Los temas artísticos introducidos por los europeos se mezclaron con los temas ancestrales. Bajo apariencia cristiana, se siguieron plasmando los mitos y ritos andinos.

Hasta el día de hoy, es posible encontrar expresiones sincréticas en la cultura peruana, en fiestas populares y celebraciones religiosas.

El arte fue el medio visual para el ejercicio de la dominación ideológica y para la transmisión de los principales mensajes religiosos. Los ingenieros y constructores de pirámides pasarán a levantar iglesias. Los diestros escultores de cerámica comenzarán a tallar la madera para hacer imágenes católicas. Los pintores se iniciarán en las costumbres de las escuelas europeas para la elaboración de lienzos de temática cristiana.

Los lienzos pintados fueron el medio más importante para la catequización, y en ellos podemos ver cómo se plasmaron estas creencias sincréticas. Los dioses mayores andinos fueron sustituidos por la Santísima Trinidad, y los dioses menores, por los santos. La Virgen, la Pachamama para los indígenas, adopta la forma de Apu, cerro tutelar de las comunidades andinas, que eran huacas, o sitios sagrados. Los Arcángeles Arcabuceros fueron incorporados fácilmente a la imaginería religiosa, ya que eran comparables a las aves guerreras, antiguas divinidades andinas.

Junto al sincretismo religioso y artístico, también existió el político. La realeza inca fue reconocida por los reyes españoles a cambio de su fidelidad. La Capac Cuna, o lista oficial de gobernantes inca, fue reconstruida e incorporada como un antecedente al nuevo gobierno español en el territorio conquistado.

Ceremonia del sacrificio

Sala 7

Los sacrificios humanos fueron practicados en muchas culturas antiguas. La muerte, el derramamiento de sangre o las mutilaciones corporales transformaban a la víctima ritualmente. La vida ofrecida se hacía sagrada (sacrum facere) al ser transformada.

La ceremonia de combate ritual y posterior sacrificio humano practicada por los Mochica no es única en América. En Mesoamérica encontramos las “Guerras Floridas” practicadas por los Aztecas de México, que concluían en el sacrificio ritual de los guerreros vencidos. Entre los Mayas, el ritual del “Juego de la Pelota” culminaba aparentemente en el sacrificio de algunos de los jugadores.

Los sacrificios humanos eran también habituales entre los celtas, escandinavos, griegos, cartagineses, romanos, y pueblos orientales.

El sacrificio es el acto central de casi todas las religiones. El sacrificio humano consistía en ofrecer una víctima para aplacar la ira de los dioses, espíritus, o fuerzas cósmicas. Hoy en día todavía se puede reconocer en algunas prácticas religiosas formas simbólicas de sacrificios.

En la cultura Mochica, el combate entre guerreros parece haber tenido como objetivo seleccionar candidatos para el sacrificio entre los miembros más productivos de la sociedad. La sociedad ofrece a sus dioses uno de sus bienes más preciados a cambio de bienestar comunitario. Finalmente, el sacrificio constituye un acto de dar para recibir.

Recipientes ceremoniales

Sala 8

Las ceremonias más importantes en el antiguo Perú fueron las relacionadas a la fertilidad, al sacrificio y al culto a los muertos. En todas ellas, el ofrecimiento e intercambio de fluidos era central, y por ello los recipientes tuvieron una importancia notable.

Los antiguos peruanos le dieron forma a los diferentes materiales que la naturaleza les ofrecía, como las arcillas, la madera y los metales. Con estos, crearon tazones, vasos y copas para contener los líquidos ceremoniales, como el agua, las bebidas fermentadas y la sangre sacrificial.

Las comunidades agradecían a sus dioses y ancestros el agua de las lluvias y la que bajaba por los ríos para poder irrigar sus campos, asegurando así la producción agrícola y la vida de la gente. En ocasiones críticas, ofrecían en reciprocidad a sus dioses el fluido más valioso que poseían: la sangre humana, o la sangre de animales sacrificados.

Hombres y mujeres brindaban en las ceremonias comunitariamente con la chicha, bebida principal en el mundo andino, elaborada de la fermentación del maíz. Con las sensaciones intensificadas y ánimo festivo, la gente participaba de una experiencia conjunta que trascendía el quehacer cotidiano.

En las ceremonias, los gobernantes y sacerdotes, vestidos de la luz y el brillo de los metales preciosos, se legitimaban como los representantes de los dioses sobre la tierra. Ellos manipulaban los recipientes de oro y plata reforzando así su posición social y política. Estos objetos no sólo eran simbólicamente importantes por la función que cumplían en los ritos, como la de verter los líquidos en la tierra, o ser los vasos para las libaciones: el oro y la plata eran el vehículo para la comunicación de mensajes religiosos por excelencia, ya que eran los materiales de lo sagrado y sobrenatural.

Desde su confección, hasta su destino final como ofrenda funeraria en sus tumbas, los objetos de oro y plata estuvieron fuertemente vinculados a las élites. Éstas monopolizaban su uso, controlando la producción metalúrgica y la transmisión de los mensajes mitológicos plasmados en los objetos.

Guerra ritual y música

Sala 9

Hoy en día las guerras están motivadas por intereses políticos, territoriales y económicos. Nadie va a la guerra con atuendos de oro y plata, con joyas o coronas. El objetivo de la vestimenta guerrera es proteger y hacer menos vulnerables a los combatientes.

Sin embargo, las culturas precolombinas representaban a los guerreros preparados para la guerra y participando en ellas con lujosos vestidos y adornos. Algunos de éstos son muy poco funcionales para una actividad que exige movimiento, rapidez, y eficiencia en el ataque. Estos adornos eran usados como símbolos religiosos y de prestigio, demostrando la función ceremonial de los combates.

Los guerreros humanos combaten como lo hacen los dioses en su mitología. Algunos de estos dioses combaten en la tierra y en el mar; combaten para derrotar a la noche y restaurar el día, y combaten para conectar el mundo de arriba con el de abajo a través de la lluvia. Estos combates culminan en sacrificios de sangre a alguno de los dioses mayores. Se entrega la máxima ofrenda posible a cambio de vida futura para la sociedad.

En un territorio como el andino, los ciclos naturales no son siempre regulares. La fuerza de la tierra podía manifestarse en eventos extraordinarios como los terremotos. Las lluvias podían no comenzar o, por el contrario, continuar durante mucho tiempo debido a un Fenómeno del Niño. Por lo tanto, los combates rituales y sacrificios destinados a restaurar un orden perdido también se llevaron a cabo con cierta frecuencia.

Hoy en día la música forma parte de nuestras fiestas o reuniones sociales, familiares y celebraciones religiosas. La música es un estímulo de la percepción y nos coloca en un estado adecuado para la experiencia espiritual. Nos permite manifestar emociones, sentimientos, deseos y pensamientos personales y comunitarios. En todas las culturas ha sido un medio para conectar a la humanidad con el mundo inmaterial.

La danza es también otra manera de comunicación no verbal que incluso antecede a la cultura, ya que muchos animales danzan. Los seres humanos, desde tiempos inmemoriales, crean coreografías con el movimiento de sus cuerpos. Las danzas cuentan historias y manifiestan alegrías, tristezas, pedidos o agradecimientos.

En las sociedades andinas, la música y la danza han estado siempre presentes. Por lo tanto, las ceremonias de culto al agua, las procesiones y peregrinaciones a los sitios sagrados, la preparación para los combates rituales, los entierros y los sacrificios, eran acompañados con música y danzas.

Las culturas del antiguo Perú crearon instrumentos de percusión y de viento con diversos materiales ofrecidos por la naturaleza. En el arte se representaron las ceremonias acompañadas de música. Tambores, sonajas, silbatos, quenas, antaras y trompetas eran ejecutados y producían ritmos y melodías que eran compartidas en los rituales. También se utilizaron objetos sonoros, como las vasijas silbadoras de cerámica que producían sonidos con el movimiento del viento o el agua.

La indumentaria ceremonial estaba formada por ornamentos que en su gran mayoría producían sonidos por el contacto entre elementos metálicos, o por los cascabeles o sonajas que colgaban de ellos. De esta manera los vestidos y adornos convertían a quienes los usaban en seres sobrenaturales y los vinculaban con el mundo divino.

Cabezas de porras
Sala 9, Vitrina 106
Protectores coxales Mochica
Sala 9, Vitrina 107
Sonajas de cobre Mochica
Sala 9, Vitrina 108
Indumentaria guerrera Mochica
Sala 9, Vitrina 110
Camisa de plata
Sala 9, Vitrina 112
Camisa de cobre dorado
Sala 9, Vitrina 113

Muerte en el antiguo Perú

Sala 10

Cuando morían los líderes de las sociedades precolombinas, debían convertirse en seres semidivinos o ancestros, para acercarse a los dioses. Los rituales funerarios eran esenciales para lograr que esta transformación fuera exitosa.

En el mundo moderno occidental predominan los ideales de progreso tecnológico y mejora de la calidad de vida. Este “culto a la vida” ha creado sin embargo una relativa dificultad para conectarnos con realidades inmateriales que también son parte de la experiencia humana.

La muerte en la cosmovisión andina no era el fin de la vida, sino el inicio de la vida en el mundo de los muertos. El nacimiento y la muerte son tránsitos que debían ser acompañados por ritos y ceremonias. La adecuada performance ritual aseguraría que el resultado fuese el deseado: que las criaturas nazcan, y que los muertos lleguen a su destino.

La muerte de los líderes comunitarios tiene una importancia adicional. En vida, ellos cumplían roles especiales vinculados a su posición de intermediarios con el mundo de arriba, poblado por los dioses. En sociedades que alcanzaron una forma política del tipo estatal o imperial, los líderes eran incluso considerados descendientes directos o “hijos” de los dioses.

Cuando morían los líderes, la sociedad en su conjunto tenía que asegurar que cruzaran exitosamente de este mundo al mundo de los muertos, y que realizaran un buen viaje hacia su destino final, más cerca de los dioses. En ese viaje los líderes se transformarían en los ancestros de su sociedad, a la que cuidarían y por la que velarían desde una posición preferencial.

Por ello, el “culto a los ancestros” requería que los antiguos peruanos prepararan cuidadosamente los entierros de sus líderes. La tumba, que era el espacio donde habitaría el ancestro, requería de un diseño especial. El cuerpo del ancestro debía ser preparado y vestido con adornos y emblemas que darían cuenta de su posición social, funciones ceremoniales y pertenencia a algún linaje divino. Todas estas fueron actividades cargadas de gran significado e importancia.

Cetro Ceremonial Lambayeque
Sala 10, Vitrina 124
Ritual funerario
Sala 10, Vitrina 125
Máscaras funerarias
Sala 10, Vitrina 128
Ajuar funerario Chavín
Sala 10, Vitrina 129
Fardo Huari
Sala 10, Vitrina 130

Oro y joyas

Salas 11, 12 y 13

Los vestidos y los adornos que usaban los gobernantes del antiguo Perú eran los símbolos que comunicaban quiénes eran en la tierra y quiénes serían después de muertos.

A través de la historia, la vestimenta no sólo nos ha protegido de los elementos de la naturaleza, sino que nos ha permitido mostrar quiénes somos. Nuestros vestidos y adornos indican nuestro género y nuestra posición social, y también muestran de dónde somos y qué hacemos. Esto ha sido así desde que los miembros de una sociedad necesitaban reconocerse como iguales entre sí, y a la vez diferenciarse de otros. Aún hoy, los miembros de la iglesia y la milicia muestran su pertenencia a estas instituciones y su jerarquía a través de signos exteriores como la vestimenta.

En todas las sociedades antiguas, las élites han usado maneras de distinguirse. En el antiguo Perú, los líderes se vestían y adornaban con indumentarias exclusivas y propias de su rango. Ellos dirigían las principales ceremonias, y por eso sus vestidos y ornamentos no sólo indicaban la función que debían realizar, sino que estaban cargadas de códigos religiosos, y emblemas de poder y prestigio. Su posición social e identidad estaba expuesta en su vestido, en sus coronas y en sus múltiples adornos.

Al morir, se llevaban al más allá objetos que expresaban su manera de ver el mundo o cosmovisión. Eran enterrados con sus indumentarias rituales, que los habían identificado en vida, y les habían permitido ser reconocidos como descendientes de los dioses. Su identidad trascendía la vida terrena, y los acompañaba en el otro mundo. Tras la muerte, los gobernantes se transformarían en ancestros que compartirían un sitio en el mundo de arriba con los dioses.

Los orfebres, tejedoras, ceramistas y otros artesanos especializados dedicaban su habilidad y destreza, así como una gran cantidad de tiempo y energía, a vestir y adornar a sus señores, tanto para la vida como para la muerte. De ellos dependía en gran medida que el viaje de sus señores al otro mundo fuera exitoso, razón por la cual vivían el proceso de manufactura de estos objetos altamente simbólicos con devoción y misticismo.

Orejeras de plata Chimú
Sala 11, Vitrina 134

Narigueras de plata Chimú
Sala 11, Vitrina 135

Narigueras de oro Vicús
Sala 11, Vitrina 136

Orejeras de oro Mochica
Sala 11, Vitrina 137

Bisutería
Sala 12, Vitrina 142

Pectorales
Sala 12, Vitrina 143

Collares
Sala 12, Vitrina 145

La caza del venado Mochica
Sala 12, Vitrina 147

Miniaturas de oro Mochica
Sala 12, Vitrina 148

Las aves corredoras Mochica
Sala 12, Vitrina 149

Adorno frontal de oro Mochica
Sala 11, Vitrina 150

Ajuar de oro Virú
Sala 12, Vitrina 152

Adornos de oro Nasca
Sala 12, Vitrina 153

Ajuar funerario Chimú
Sala 12, Vitrina 156